¿A quién pertenecen los espacios protegidos?

Los espacios protegidos son aquellos lugares sobre los cuales hay una normativa específica que tiene como misión conservar las cualidades que los han hecho merecedores de esa protección especial. En algunos casos, se tratará de que tienen una vegetación única o una flora o fauna con especies en peligro de extinción. También pueden ser otras características culturales las que los hagan dignos de ser preservados, como restos arqueológicos, históricos o lugares que formen parte de la cultura y las tradiciones de la zona. Un buen ejemplo son las islas Cíes. Cuando tomas un barco Vigo-Cíes lo haces teniendo que cumplir una serie de normas, tanto previamente al viaje como durante tu estancia en la isla, precisamente porque se trata de un espacio protegido.

Según el país y el tipo de protección que tenga el espacio, estará sujeto a la normativa europea, nacional o a la regional o autonómica en el caso de España. Pero una cosa es a quién pertenecen los espacios desde el punto de vista territorial, lo cual salvo excepciones en las que puede haber discrepancias y conflictos suele estar claro; otra cosa es bajo qué normativa están y, por último, está la cuestión de a quién pertenecen realmente.

Los espacios protegidos se protegen y se valoran porque son patrimonio de todos nosotros. Nos pertenecen a todos como habitantes del planeta tierra y, precisamente por eso, es trabajo de todos el cuidarlos y preservarlos. Para eso, lo primero que tenemos que hacer es cumplir de forma estricta toda la normativa que haya en ese lugar cuando vamos a visitarlo. 

Por ejemplo, si se prohíbe el acceder con mascotas, no debemos de ir con nuestro perro, por muy bueno que sea y muy poquito que moleste ya que este tipo de prohibiciones no son gratuitas y muchas veces no sabemos el daño que podemos hacer con este tipo de comportamientos. Incluso el perro más pequeño y tranquilo puede orinar en un lugar. O su olor puede asustar a alguna especie que esté criando, causando conflicto.

En la mayoría de los lugares de este tipo hay vigilancia y control y no cumplir las normas puede salir caro. Pero no tendría que ser el miedo a la sanción la que nos hiciera cumplirlas, sino el saber que estamos cuidando algo nuestro, un legado que vamos a dejar a quienes vienen detrás para que lo puedan disfrutar igual que nosotros.